Es la primera novela que leo del
Permio Nobel de Literatura 2012 y sin duda alguna es una crónica muy personal
que relata los momentos cumbres entre su niñez y juventud.
Mo Yan nos narra las diferentes
dificultades por las que atraviesa, en un mundo reducido, y los cambios políticos
y sociales vistos a través de los ojos de un ciudadano común.
Él al ser hijo de un campesino
medio y autodenominarse como “muy poca cosa, un desgraciado desde la infancia,
especialista en pasarme de listo para acabar metiendo la pata en todo” sigue
adelante, siempre teniendo como motor de su vida el alcanzar la educación superior.
El autor narra su paso por
diferentes lugares a los que opta ingresar para dejar atrás su condición. Una lucha
que se ve marcada por problemas, desilusiones y pequeñas alegrías.
Al tener una educación de quinto
de primaria no tenía muchas opciones para acceder a una educación superior. Desde
niño siempre le acompaño la ilusión de ser camionero y manejar ese magnífico
Gaz 51, un sueño que añoraba en la infancia pero que siempre representó la
ilusión de ser cada día mejor.
Más adelante opta por trabajar en
una manufactura de algodón. Sin embargo, no se siente conforme con esto y
decide enrolarse en el Ejército de la Liberación para poder acceder a algún
tipo de educación.
En esta historia personal se
entremezclan las de muchos otros. Entre ellas resaltan las de sus compañeros de
colegio He Zhiwu y Lu Wenli quienes trazan sus caminos a través de decisiones
correctas e incorrectas las cuales marcan el destino de sus vidas.
Es una lectura ágil y nos da una
visión de la época de Mao Tse-Tung, la lucha de un joven por conseguir sus
ideales. Siempre interesante por mostrarnos otra cultura. Salpicada de
descripciones y anécdotas personales es una clara muestra de los sentimientos
más profundos de un escritor que, a pesar de todo, lo único que desea es
escribir.
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