Desde
mi perspectiva he vivido en las últimas semanas un auge y movimiento cultural
impresionante, en esta Lima que nos recibe con su invernal abrazo.
Fue una
suerte que en las vacaciones de mitad de año, en donde las distintas
universidades cierran sus puertas para así darles un descanso a sus alumnos. Descanso
que debería ser utilizado en ampliar nuestra perspectiva del mundo, ir más
allá, llenar nuestra mente de fuentes, información, explayarnos en lo hermoso
del saber por querer saberlo.
Es así
que asistí con gran ímpetu a la 17 Feria Internacional del Libro de Lima. Es una
pena no poder asistir todos los días, ir a las diversas conferencias a las que
nos acerca este tipo de feria. Fui tres veces y asistí a la presentación de un
libro de ensayos sobre literatura de mujeres, ‘Literatura de mujeres. Una mirada
desde el feminismo’ de Diana Miloslavich Túpac. Compré el libro sin dudar, un
precio asequible, veinte soles. Lo compré por el deseo latente que llevo en mí, al querer
descubrir más escritoras – narradoras, este libro ha aumentado la pequeña lista
de espera que tenía de escritoras por leer.
Compré
otros cuantos libros, ‘Ébano’ de Ryszard Kapuściński, ‘Los detectives salvajes’
de Bolaño, ‘El coronel Chabert' de Balzac, ‘La noche del oráculo’ de Paul Auster y un libro llamado ‘Silvia’ de
un escritor venezolano, este último por obvias razones.
Cierta
cantidad de libros que generaron un gasto complaciente, por la satisfacción que
te dan de tenerlos en casa y de leerlos, subrayarlos, memorizarse ciertas frases
que perforan tu corazón.
Pero me
puse a pensar ¿todos pueden acceder a esto? La respuesta es que no, si bien la
cantidad de asistentes a la feria fue grande, los asistentes pertenecen a la
clase media limeña. La feria, ubicada en el distrito de Jesús María, no fue un lugar
al que todos tengan el deseo de ir o la necesidad de llegar. Puede ser por
falta de información, por falta de dinero, por el temor de ir al otro lado, ver
al otro que tiene más que uno. Los más pobre siempre son los excluidos del
saber, pagar tres soles diarios para alguien que gana menos del sueldo mínimo
es inaudito. Comprar un libro de treinta o cuarenta soles sale,
definitivamente, de su presupuesto económico.
Sí,
muchos asistieron, pero esos muchos son pocos dentro de esta gran urbe limeña y
de los ciudadanos comunes, que son una gran cantidad. Esos otros que verían en
estos eventos un gran alivio a los cabizbajos días que viven.
Cultura
capaz de darle la mano al que menos tiene, sin pedir algo a cambio. Es función
del Estado invertir más para que los accesos no se restrinjan. Todos tienen
derecho a acceder a esa paz y amplitud de mirada que las ideas, el saber, la
cultura, el descubrir al nuevo, te da.
Ahora
que he vuelto a trabajar y tuve acceso a un sueldo, decidí darme esos gustos y
gastar en cultura. Comprar esos libros que miraba con deseo, gastar sesenta
soles en un libro, ir al cine.
El cine.
El 16 Festival de Cine de Lima es otro gran evento que reconforta el ser, poder
acceder a ver algunas de estas películas no comerciales. Dejar de lado esa
cartelera hueca e inundada por materiales comerciales, que no nos llevan al
pensar, ni analizar.
Los cines
comerciales son los centros de acceso que el pueblo tiene para ver una
película, ellos se nutren de estos, sus ideas de cine giran alrededor de estos.
La entrada
regular al festival costó dieciséis soles, nuevamente ¿todos pueden acceder a
comprar una entrada de este precio? No, es la repuesta.
¡Imagínense!,
creo que con veinte soles una mujer hace el almuerzo para toda su familia en
casa, papá, mamá e hijo alimentados. Nuevamente, no gastarían dieciséis soles
en ver una película con una mayor calidad y con una visión distinta que nos dan
las comerciales. El acceso es el problema, el dinero, como siempre, da los
mejores entretenimientos a los que más tienen
Es una
pena que el pueblo no pueda acceder a esta diversidad de eventos.
Sin embargo,
existen en Lima diversas actividades que son gratuitas, conferencias, proyecciones
de buenas películas, presentaciones de libro, charlas, conversatorios. Habitualmente
reviso las programaciones del Centro Cultural de España, Centro Cultural Cafae,
Centro Cultural Británico y miro el listado de actividades culturales que
suelen aparecer en algunos periódicos.
¿Por qué
las personas no asisten en mayor cantidad a estos eventos? Publicidad, es la
repuesta. Normalmente me enteró de estos eventos al entrar a la página web de
cada uno y no sé si todos tengan esta costumbre.
También
se debería abrir centros culturales en otros distritos y no cerrarnos en sitios
como San Isidro, Miraflores, Surco, distritos de clase media. Para algunas personas
de Villa María o Villa el Salvador estos lugares se vuelven lejanos o irreconocibles,
tampoco tienen el adecuado conocimiento para buscar eventos interesantes.
El acceso
a la cultura debe ser en mayor medida y libre. Para mi es una satisfacción, un
alivio, un entretenimiento saludable que quiero sea conocido por los otros, por
los otros que no tienen mucho dinero para ir a grandes festivales, por esos
otros que ganan menos del sueldo mínimo, esos que nunca han tenido un libro
original en sus manos por el excesivo precio que este representa.
Esta es
una ilusión que debe ser convertida en realidad. Acceso para el otro.
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