Cuando somos nosotros y nuestra realidad
Las dos películas ganadoras del Oscar presentan,
entre sus personajes principales, seres humanos marcados por un mal episodio en
la vida, una perdida que significó la desolación total, el trastorno mental que
deriva en acciones anormales. Hechos imprevistos que pueden alterar una vida
común, una vida feliz, una intensidad que se presenta como un espejismo al
momento en el que caemos en la locura, nostalgia y vaguedad solitaria.
En Blue Jasmine vemos a Jasmine, una mujer de
la alta sociedad que colapsa al enterarse de la farsa de su vida. Los engaños que su marido ha llevado a cabo durante gran parte de su matrimonio;
las amantes y el fraude que realiza a través de su empresa. El mundo de glamour
se desmorona y ella, en el presente, recuerda los episodios memorables de su vida, mientras trata de salir adelante como una persona normal. Una mujer que se enfrenta
a las dificultades de conseguir un trabajo, aprender a manejar una computadora
y lidiar con una vida común.
Una mujer que atraviesa por una psicosis. Rebobina
su menta, se encierra en esos episodios nostálgicos que representaron sus alegrías
diarias o miserias cotidianas. Es el pasado y presente que se combina mientras
nos vamos enterando de la verdadera historia de este ser trastornado.
Particularmente me siento atraída por personajes
incomprendidos, sumergidos en su individualidad y mundo perfecto, para ellos, a
espaldas de lo real.
El personaje principal de la película Ella, Theodore
Twombly, se enamora de un sistema operativo de computadora que compra con el
fin de que le haga la vida más sencilla. La locura comienza cuando esta voz
femenina se vuelve indispensable para él, enamorándose de ella, necesitándola día
a día. Como dije antes, un episodio marca el camino a la soledad, en este caso
Theodore se encuentra recuperándose de la separación con su esposa. Igualmente,
los recuerdos o flasback con su ex pareja dibujan esperanzas en su rostro.
La relación con su sistema operativo representa
un trastorno emocional, falta de afecto, algo que se está volviendo común en la
actualidad donde las redes sociales reemplazan a los encuentros cuerpo a
cuerpo.
Algo que une a los dos personajes es el
aislamiento. Jasmine se aísla de la realidad que le ha tocado vivir, transita
por el mundo añorando el pasado, recordando, creyendo que todo es igual y que
ese mundo de glamour aún puede volver. Theodor se encierra en una voz dulce, arrulladora,
que lo comprende, alegra, excita, calma y hace que su deseo de vivir renazca.
Finalmente es una farsa, la psicosis de Jasmine la lleva a ver un futuro
alejado de lo real y Theodor a vivir y depender de algo que no existe.
Personajes trastornados, personajes cercanos, vidas particulares que pueden asimilarse
a la realidad.
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