Raúl Wiener: Javier Diez Canseco estuvo conmigo, a lo largo de mi enfermedad, casi como un ángel guardián



Escritor y periodista, es editor de investigación y columnista del diario La Primera. Raúl Wiener se caracteriza por su histórica militancia en la izquierda peruana y por su lucha frontal en favor de la democracia. En esta ocasión hace una reflexión sobre la izquierda, la juventud, su distanciamiento con Humala, la trampa que es el Fujimorismo y una grata sorpresa, su hija y escritora Gabriela Wiener.

Actualmente se encuentra luchando contra su segundo cáncer pero no pierde ese inusual carisma y simpatía que no se espera de un hombre que es tildado de pertenecer a una izquierda radical. Raúl Wiener dice que él ha pasado a segundo plano y ahora todos los ojos están en la recuperación de Javier Diez Canseco, su entrañable amigo. Le revienta que el Fujimorismo utilice esta enfermedad para engañar al Perú otra vez y nos la haga de nuevo. Admite su intransigencia y su radicalismo, pero en términos de ser periodista y no tranzar fácilmente en la política.

¿Qué significa para usted ser de izquierda radical?
La primera consideración que se debe tomar es por qué la izquierda está así. De ser una especie de categoría política ha pasado a ser una actitud moral. La izquierda es la gente que está inconforme con el estado de cosas, que en general están concatenados a una serie de ideas.
Radical viene de la idea de raíz, de ir al fondo de las cosas. La izquierda radical es la izquierda más combativa, podemos encontrar distintas personas de izquierda, desde Abimael Guzmán hasta Susana Villarán hay mucha diferencia.

Claro, pero ¿qué diría ante los que dicen que usted es de izquierda radical?
Esa es mi fama, no me he puesto ese título. En realidad se refieren más al factor intransigencia, que no soy fácil de transar, en general mi manera de cargar la política desde hace mucho tiempo es intransigente, no por izquierda ni por derecha simplemente porque soy así, digo lo que pienso y doy la contra directamente. Yo soy una persona de izquierda, por ello mi radicalismo es típico, pero yo no soy un radical que se podría asimilar a Patria roja o Sendero por la violencia. No es ese tipo de radicalismo al que me he asimilado, lo soy en términos de ser periodista.

¿Qué ha quedado de la izquierda de los años 70 y 80?
Lo que queda a veces es notable, a veces uno piensa que ya no queda nada. Pero si vieras la cantidad de personas que fueron al homenaje de Javier Diez Canseco, a quien también le dicen radical, por lo menos había 2500 personas pugnando por entrar a un local. Significa que la izquierda no ha muerto. A mí también, que estuve enfermo, me han hecho un homenaje con recibimientos muy importantes porque hay identidades que están encima de las cosas.
La pregunta es casi ¿qué hubiera sido del Perú sino hubiera existido la izquierda? La izquierda es animadora de procesos, finalmente si hubo Velasco y las transformaciones que hizo es porque habían políticos de izquierda que captaron las inquietudes sociales que habían en la época. Los militares quisieron adelantarse a la izquierda e hicieron la revolución militar.

¿Cree que la izquierda es sectaria o dogmática?
Ha sido muchas veces. No es una enfermedad incurable, es algo que existe, hay sectores que son dogmáticos, es indudable, a veces simplemente por pobreza teórica, porque no tienen más que decir y dicen lo mismo siempre.
El sectarismo se vincula a cierta influencia social que tiene la izquierda, en el magisterio,  en ciertas organizaciones sindicales existe mucha aprensión para defender el espacio que uno tiene.

¿Cómo cree que toman los jóvenes esto actualmente? Existe una gran diferencia entre la izquierda de antes y la de ahora…
Tiene que ver mucho con el tema generacional. Nosotros, la izquierda a la que yo pertenecí, éramos una generación política.  Yo he sido dirigente político a los 19 años y mira a los de ahora; son unos pollitos.
Yo estaba tomando decisiones, creyendo que me jugaba la vida y la mayoría de los dirigentes no tenían más de 30 años y esta generación, a la que alguna vez han llamado la generación del 70, ha estado vigente por demasiado tiempo. En cierta forma quitándole el espacio para que los jóvenes la reemplazaran, pero tampoco ha habido emergencias juveniles como antes, tal vez el factor Sendero y MRTA ha tenido que ver con esta frustración porque muchos jóvenes que fueron ahí la pagaron caro.
En los años 90 devino una actitud antipolítica de los jóvenes con la recuperación de las universidades del control militar, esta se convirtió en un lugar donde se repelía la política, de ahí deviene el alpinchismo y todas las variantes de no comprometerse con lo que pasaba.
Sin embargo, a finales de los 90 la juventud fue un factor importante en la caída de Fujimori pero no se politizó lo suficiente, incluso de ahí vino una esperanza de la renovación de la izquierda que parecían que podían ser el anticipo de la nueva izquierda en los años 60, cuando nació Vanguardia Revolucionaria, el MIR, que eran organizaciones juveniles respecto al mismo PC. Pero la mayoría de los jóvenes del fin del Fujimorismo optaron por ser profesionales, quedaron como una corriente progresiva pero no como revolucionaria,  como lo eran los anteriores.
Como veras nosotros ya estamos empezando a ponernos viejos y enfermos, ya no podemos ser la dirección de la política futura.

¿Se arrepiente de alguna división de la que haya formado parte en la izquierda?
No, lo que yo diría es que todo es parte de un proceso, uno madura, yo no veía las cosas de la misma forma que hoy, si algo lamento es que nos hemos tratado duramente. Yo soy muy amigo de todos los compañeros con los que milité alguna vez, salvo aquellos que ya murieron. Yo me inicié en la política en el MIR y me retiré por mi propia cuenta  porque había problemas éticos, los problemas políticos los seguía discutiendo pero cuando eran éticos me sentí obligado a retirarme.
La siguiente experiencia importante que tuve fue con POMR, que era trotskista, Partido Obrero Marxista Revolucionario. De ahí me botaron y a un buen grupo, yo era la cabeza de ese grupo. Me botaron quizá por lo que dije, por intransigente y como estaba fundiendo mucho.
Luego estuve con el PUM (Partido Unificado Mariateguista) con Javier Diez Canseco y con Ricardo Letts y Luna Vargas. Ahí descubrí nuevamente que seguir adentro lastimaba las relaciones con la gente que yo quiero, no me retiré para denunciarlos ni para formar el PUM II sino que vi que las cosas se habían degenerado. Nosotros éramos, por un momento, de una corriente de oposición y un día de esos calló un documento de nosotros en manos del otro lado, empezó la conspiración. En esos momentos donde esto nos puede llevar a una serie de procesos de Moscú decidimos irnos y se fueron un montón de compañeros.
Desde ahí no he tenido una militancia importante, he pasado por grupos pequeños con el afán de no quedar desorganizado y tener un espacio con quienes discutir.

¿Susana Villarán es de izquierda? Y en todo caso ¿A qué izquierda pertenece?
Es parte de la izquierda de alguna forma, porque ser de izquierda es parte de una corriente histórica. Por ejemplo; tú te enfermas y los compañeros de izquierda de todos lados te ayudan, sientes cuáles son tus hermanos de la izquierda. También, sabes con quienes peleas en las organizaciones populares, sabes quienes son de izquierda y en ese campo Susana tiene una trayectoria, además que es mi amiga entonces le tengo afecto y cariño.
Ella es una persona que ha aportado a una izquierda moderada, con rasgos democráticos y ha tenido la audacia de lanzarse a la presidencia y luego a la Alcaldía de Lima. Yo no lo he hecho ¿qué más puedo decir?  

La lucha continua

Usted estuvo enfermo el año pasado ¿Cuál fue su experiencia a partir de la enfermedad?
A mi me han hecho dos homenajes, uno en noviembre del año pasado y otro en enero de este año. Después se enfermó Javier, casi sobre la marcha, y todas nuestras energías están con él, ya dejé de ser importante, hasta engordé. Estos homenajes fueron iniciativas sorprendentes para mí planeadas por mujeres de la organización Micaela Bastidas  junto con varios compañeros, el dinero fue hecho por los artistas y músicos, yo no soy parte de ese mundo, ni siquiera sé tocar la puerta, ese mundo me adoptó y fue muy hermoso.
Es muy importante decir que en el primer homenaje el orador principal fue Javier Diez Canseco y él estuvo conmigo a lo largo de la enfermedad casi como un ángel guardián. Yo a veces estaba dormido, él llegaba, se sentaba  mi lado, estaba conmigo, me dejaba su tarjeta y se iba. No sabes cómo me ha dolido que después de mi enfermedad él comience la suya.

¿Cree que la política ha sido injusta con él?
Sumamente injusta. A mí me debe haber afectado la relación que tuve con Humala y ver como él dio vuelta al trompo cuando llegó al poder, me tiene que haber afectado, al principio yo parecía muy fuerte pero caí, justamente también en ese tiempo cerró mi programa de televisión en el canal 11.
En Javier es más nítido. Le hacen ese ataque miserable sobre las acciones de inversión y él se enfrenta firme, en noviembre está entero en mi evento y en enero cae enfermo. Lo que quiere decir es que uno tiene la enfermedad pero no se manifiesta hasta que uno se quiebra.

Ese quiebre genera la enfermedad…
Claro, hay un momento en el que sientes el vacío.

Una amistad resquebrajada

¿Usted actualmente tiene alguna comunicación con Ollanta Humala?
No, en absoluto. La última comunicación fue cuando él fue a visitarme al hospital y luego me llamó a mi casa, más no. Además, yo no hago ningún intento en buscarlo, esas dos veces fueron porque él me buscó. Anteriormente en noviembre del 2011 él me llamó a Palacio para conversar de política y fue la última vez, luego hemos hablado sobre mi enfermedad y en los dos casos él me refirió que éramos amigos.

¿Usted cree que la amistad y la política se pueden separar tan drásticamente?
No, yo creo que la amistad con él está afectada, sin duda. Sin embargo, se portó como una persona y un amigo considerado.

¿El gobierno de Ollanta Humala tiene la característica del secretismo?
Uno de los defectos de la formación militar es el secretismo, por la desconfianza en los demás. Sin embargo, lo más notable es que el gobierno ha renunciado a resolver los problemas encarándolos, enfrentándolos, confrontándolos, el gobierno vacila ante todo y eso es completamente contradictorio al Ollanta que yo conocí antes, donde se suponía que íbamos a entrar a un terreno encrespado, duro, difícil en donde teníamos que tomar muchas decisiones rápidas y duras que iban a afectar un interés. Este gobierno no afecta nada sino más bien retrocede ante la presión. Ha hecho papelones impresionantes.

¿Cómo cuáles?
Meter al hermano preso en la Base Naval  es un papelón histórico.     

¿Qué es el Fujimorismo para usted y existe alguna forma de luchar contra él?
Yo soy el autor de un libro llamado El Bandido Fujimori y se hizo en pleno Fujimorismo, no fue una investigación fácil, ni era un momento sencillo para sacarlo.
En el Perú hay una tendencia a que se desarrolle movimientos populistas de derecha, que el populismo que tanto se critica no es un patrimonio de la izquierda, por eso algunos ven afinidades entre Chávez y Fujimori, que no existen en realidad, por la forma en la reelección, la relación con las masas, el control de los organismos del Estado. Sin embargo, el Chavismo tiene como diferencia que le transfiere poder a estos sectores, los convierte en actores, en cambio el Fujimorismo los anula como actores.
El Fujimorismo es un producto de la crisis combinada de la economía en su grado más alto, donde puedes tomar las decisiones más duras y la gente, que está desesperada, acepta cualquier cosa como una solución, hasta un palo en la cabeza. La segunda es la extrema violencia que se vivió en ese tiempo, que hace que la gente pueda aceptar lo que normalmente no se acepta como políticas de represión.
Eso hace aparecer al Fujimorismo como el partido de las soluciones. ¿Las soluciones dónde están? En el carácter, frente a un Humala que no toma ninguna decisión, Fujimori sí la toma.  Pero Fujimori, como se ve en su enfermedad y en su fuga, es un reverendo cobarde. El Fujimorismo te vende la idea de que cuando ellos estén en el poder fusilarán o condenaran a cadena perpetua a la gente por cualquier cosa que hagan.

¿El uso de la enfermedad para conseguir el indulto demostraría su lado débil?
Es peor que eso. Un persona que ha tenido cáncer, como yo, dos veces, sabe lo delicado que es hablar de cáncer. No puede alguien a venir a decir que yo tengo un cáncer en el colon, el cual tuve en el 2005, porque ahí está mi cicatriz, mis papeles, puedo decir que no soy el mismo y me sacaron un pedazo de colon y todas esas cosas. No puedo pretender que eso es cáncer, tanto así que he tenido otro encima, que es distinto al anterior y ese lo estoy dejando atrás pero estoy todavía en la fase convaleciente.
¿Cómo puedo mirar a Javier postrado y mirar a Fujimori haciéndose la victima? Simplemente para conseguir burlarse de la justicia, salir de la prisión y decir que nos engañó otra vez. Esa ha sido toda la trayectoria de Fujimori desde el famoso bacalao, además ¿qué se espera del político? Se espera que el líder aguante ¿has visto la cantidad de líderes políticos latinoamericanos que han tenido cáncer? Ninguno de ellos ha dado pena. Ni Chávez, Lula, Santos, Cristina Kirchner, ninguno ha demostrado debilidad sino que siguen siendo líderes. Hugo Chávez ha tenido que hacer la campaña electoral con la enfermedad y eso fue casi un suicidio      
¿Qué se esperaba de Fujimori? ¿Cómo es su liderazgo?  Su liderazgo es la trampa, lo peor es lo que inspira a la población, que esa es la forma de hacer las cosas. Hacerse el muertito y no sé qué. Sales y te resuelven el problema, esa ética del Fujimorismo es lo que más me revienta. El Fujimorismo te la hace y te la hace, no hay vuelta que darle.

La escritura es genética

Quisiera que me hable de su hija Gabriela. Ustedes han tomado caminos diferentes y tocan temas distintos ¿Alguna vez le impuso a su hija que se incline hacia la política?
Yo tengo tres hijas y nunca les he impuesto nada a ninguna y menos a Gaby, ella descubrió sola su vocación. Ella empezó a estudiar literatura y siempre tuvo vocación para eso, como la juventud de su época, la década de los 90, ella pasó por el momento más bajo de la política juvenil.
Su hermana era un poco diferente y estaba más metida en los movimientos contra Fujimori, pero Gaby ya se había metido en el periodismo. Luego viajó a Barcelona, se instaló allá con su pareja, hicieron un matrimonio bonito y ella empezó a escribir mucho más. Ella tiene la capacidad de escribir, en cierta forma se puede decir innata, entonces quizá yo tenga que ver algo con eso, genético, porque yo también escribo así. Ella es escritora pero no es escritora política, aunque a veces roza con lo político.
En alguna época mi segunda hija, Elisa, era luchadora social. Yo decía por acá me salió la luchadora y por acá la escritora. Mi tercera hija, Alejandra, ahora estudia derecho, quizá porque yo soy alevoso (risas), pero nunca le he impuesto nada a ninguna de mis hijas.

Gaby se caracteriza por decir las cosas tal como son en sus escritos…
Así es, tanto así que a mí me costó mucho leer Sexografías, es difícil de leer para un papá.

¿Cree que la forma tan abierta de decir las cosas la ha heredado de usted?
No sé, yo creo que tiene méritos propios.

Volviendo al tema ¿Cómo fue para usted leer los textos de su hija?
No sé, es como cuando ella no llegaba a la casa y al día siguiente yo le preguntaba “¿dónde has estado?” Y ella me decía “con mi enamorado” (risas). Yo le decía “¿qué te pasa? ¿Por qué me contestas así?” Ella me decía “¿qué quieres, que te mienta?”
Entonces ahí aprendí mucho de su manera de ser y desde ahí yo pienso que ella vive su vida de la manera que ella cree que debe vivirla y si me pregunta algo yo le voy a decir lo que pienso pero sino me pregunta ¿qué voy hacer?

Pero fue una sorpresa…
Mi papá decía que yo fui una sorpresa que no quiere decir una religiosa presa (risas) 

Abril 2013

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