Vivimos en una sociedad claramente
machista y cada vez que una mujer sale a
la calle tiene que aprender a lidiar contra ese imaginario que se presenta en
este mundo urbano.
Es difícil para muchas mujeres
hacer respetar sus derechos y que sean tratadas por igual en los diversos ámbitos
sociales, sea en el ámbito académico, en el trabajo, al salir a divertirse o
simplemente caminando por la calle. Es difícil luchar contra un extraño, es difícil
hacerle entender al otro que su accionar atenta contra la igualdad de género.
Sin embargo, cuando esta lucha se
traslada o comienza en el hogar es complicada una adecuada convivencia. El hogar
familiar constituido por papá, mamá, hermanos es el primer campo de lucha que
se presenta contra el machismo.
Regularmente se escuchan
ordenanzas dadas por la madre hacia su hija con respecto a la atención que esta
le debe dar a su padre o hermano por el simple hecho de ser mujer. Existen
familias en donde se ve claramente la subyugación de la mujer frente al hombre
y es algo aceptado en ese círculo. La hija criada bajo este precepto no muestra
ningún tipo de crítica ante las injusticias presentadas en la sociedad en
contra de las mujeres o de lo contrario se da cuenta del error en el que se
encuentra su familia y nace un conflicto.
Particularmente he sido criada en
una familia que aparentemente propaga un discurso de igualdad entre hombres y
mujeres. Sin embargo, para decepción mía los discursos o ideologías no siempre
concuerdan con el accionar de las personas. Me amargo, me enfurezco, no me gusta,
no lo acepto y la paz en el hogar se diluye.
Los años han hecho que esta
sociedad evolucione y no podemos ser pesimistas ante los avances que la mujer
ha logrado.
Comencé a vivir con mis abuelos
hace poco, ellos crecieron en una sociedad atrasada con respecto a la igualdad
de género. Es así que mi abuela es el claro ejemplo de una mujer maltratada por
el poderío del hombre. Es difícil hacer cambiar el pensamiento de las personas
mayores, mi abuelo conserva hasta ahora el pensamiento ‘la mujer sólo está en
este mundo para servir al hombre’ y es algo que demuestra diariamente.
Un conflicto se genera en mí al
ver este machismo perpetuo que mi abuelo ha arrastrado hasta estos tiempos, lo
peor es que cuando salgo en defensa de mi abuela ella sólo calla y acata. ¿Cómo
se puede defender a alguien que acepta ser tratada de esa manera?
Esta nueva convivencia no me va
bien ¿cambiar la mentalidad de un anciano es posible? Es difícil, pero es una
buena muestra de lo que fue y no tiene que volver a pasar. Lo que más amargura
me da es que los contemporáneos o líderes de un discurso igualitario se
muestren igual que mi abuelo o peor.
JajajA ya vez silvi, aprende de la abuelita.
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